Nuestra entidad viene sosteniendo que intentar una vez más subsidiar la oferta en lugar de dirigir el subsidio a los que realmente pueden necesitarlo es un error doble, porque la realidad nos muestra una y otra vez que ese sistema fracasa, es ineficiente y dilapida valiosos recursos del Estado, el que pese a estar sediento de ingresos adicionales, gasta ingentes sumas que no llegan a los supuestos interesados y se pierden en los resquicios de un sistema perverso que el Estado tampoco llega a controlar, y dónde nadie gana realmente.
Tal como sucede con cualquier intervención de los mercados, la situación creada por el Fideicomiso ha ido en desmedro de una competencia sana, creando graves distorsiones y bruscos cambios relativos, generando también graves alteraciones en la cadena de pagos, en una desigual batalla por sobrevivir en un mercado donde conviven empresas con precios que, sin considerar el supuesto subsidio a percibir, serían claramente predatorios.
Además, y como si lo antes dicho no fuera suficiente, la industria molinera en su conjunto se maneja con márgenes muy pequeños de rentabilidad que nunca superan el 4 o 5% anual y tiene una capacidad instalada sin utilizar que ronda el 50%. En esas condiciones, a la mayoría de la industria le resulta imposible ingresar a un sistema que le exige financiar su producción y que, en caso de cualquier atraso en los pagos por parte del Estado, le ocasionaría lisa y llanamente una súbita descapitalización y entrar en cesación de pagos, asumiendo un riesgo desmesurado que terminaría en la pérdida de fuentes laborales, desparramando como un reguero de pólvora un sufrimiento adicional por todo el interior profundo de nuestro país.
Y estos atrasos de los que hablamos no son una fantasía ni una suposición, sino que se verifican hoy con la falta de pago a partir del mes de mayo respecto a los pocos molinos que accedieron a ingresar al FETA, cuya situación se encuentra comprometida por la existencia de importantes demoras en el cobro de lo adeudado por el Estado.
Si el Estado sabe bien que la harina tiene una muy baja incidencia en el precio del pan, no logramos entender porque se empeña en distorsionar el mercado con el Fideicomiso FETA, en lugar de –en todo caso- orientar sus escasos recursos a SUBSIDIAR LA DEMANDA DE LOS SECTORES VULNERABLES QUE REALMENTE LO NECESITAN.
Por todo lo expuesto, desde la CIM solicitamos firmemente terminar con una herramienta inútil que no cumple con el objetivo para el que fue pensada, es decir que el pan no subiera de precio… cuando está a la vista que sucedió lo contrario.
Rosario, agosto 29 de 2022